Usted no sabe cómo es cuando alguien se muere…
Ni el olor de los hospitales de noche,
Ni el de las sábanas sudadas de los enfermos.
No conoce el miedo de los días interminables,
Ni se acostumbró a contar molduras en el techo
Los días de fiebre cuando todo sucede fuera.
Ni miró los ojos de la madre cuando ya sabía que no volvería
más,
Ni arropó la fiebre de un niño asustado porque todo era un
túnel.
Ni cantó canciones de cuna a un anciano para que se
durmiera.
Usted sólo escupe decretos como disparos.
Usted solo escupe miseria con sus manos.
Firmando.
Pero un día usted se pondrá enfermo:
Y tendrá miedo.
Un miedo oscuro, un miedo negro, sombrío, atenazado;
Le dirán que no tiene solución y un sudor frío le cubrirá
los ojos:
Porque se le acostará la muerte al lado para recordarle
Mientras se lo lleva, que usted firmó los decretos, las
leyes,
Las ordenanzas; esas que ahora le impiden morirse dormido.
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